lunes, 30 de marzo de 2009

Trabajar en equipo

Gioconda Guzmán Castro

Dando una simple definición, podemos decir que trabajar en equipo es reunir a dos o más personas para realizar una tarea u objetivo común.

Ejemplos hay muchos, pero uno muy claro es el de un equipo de fútbol, en donde cada uno de los jugadores tiene una posición o labor asignada. Tienen que colaborar y estar en la misma sintonía para poder ganar un partido aunque eso signifique pasar desapercibido. ¡Si cada uno juega por su lado no lograran nada!

Trabajar en equipo, es más que reunir a varias personas. El concepto abarca más que eso. Implica sobre todo adquirir un compromiso, tener un fin en común, armonía entre los miembros, responsabilidad, sacrificio, voluntad y organización... ¿Que difícil verdad? Todos somos diferentes, cada uno de nosotros piensa diferente al otro y a veces creemos que "nuestra opinión" impera sobre la de nuestro compañero. Pues bien, trabajar en equipo consiste en lograr un equilibrio, esa es la clave del éxito, en saber cómo desenvolvernos con un grupo de personas cuyas habilidades, formas de pensar y disposición para trabajar, en algunas ocasiones, difieren de las nuestras.

Si llevamos toda esta definición a nuestra vida, vemos como en lo cotidiano, en nuestro día a día todos formamos parte de uno o más grupos, llámese familia, empleo, estudios o iglesia y es en esta última a la que me gustaría referirme.

Hemos sido llamados de diferentes maneras a esta Alianza de amor para trabajar juntos, cada uno con nuestros carismas o dones, tratando de dar forma a este hermoso proyecto de DIOS.

ÉL pudo hacerlo solo, sin embargo nos ha invitado a trabajar en equipo mano a mano junto a ÉL, a unirnos de manera tal que su mensaje y amor puedan ser conocidos por tantas personas que lo consideran un Dios lejano, un Dios de otros...

Cada uno de nosotros forma parte importante de este engranaje. Pongamos a la disposición de nuestro Señor los dones que Él nos regalo, hagámoslo juntos, ÉL es nuestro fin común, nuestro norte a seguir. Atrevámonos a anteponer nuestras formas de pensar individuales por el bien común, para que así podamos edificar una alianza más fuerte y más unida en la diversidad.

Semana de la Espiritualidad Paulina


Hacemos extensiva a todos ustedes la invitación para la Semana de Espiritualidad Paulina sobre la Carta a los Filipenses que se llevará a cabo del 30 de marzo al 3 de abril con el P. Fray Silvio José Báez Ortega, carmelita teresiano experto en Sagradas Escrituras y Espiritualidad.
Las conferencias serán impartidas en dos opciones para mayor facilidad de los participantes: de 9 a 11 a.m. o bien de 7 a 9 p.m.
Pueden obtener más información en horas de oficina al teléfono 2225-6778.


lunes, 23 de marzo de 2009

Una vida en el Amor

Leda Z. Álvarez Araya

Pocas veces disponemos del tiempo necesario para reflexionar. El trajín acelerado de la vida de hoy en día nos arrastra entre las responsabilidades personales, familiares, laborales, sociales e inclusive espirituales. A pesar de las decisiones que tomamos, priorizando los espacios de oración y misa diaria dentro de las actividades cotidianas; continuamos renqueando y es donde nos cuestionamos sobre ¿cómo hacer que Dios esté presente en mi vida, siendo testigo coherente de mi encuentro con Él?

Hace unos días me solicitaron estas líneas, más por haberme reincorporado hace escasos 15 días al trabajo, me había sido muy difícil encontrar el espacio para redactar las ideas que se desarrollaban en mi mente. A Dios gracias hoy estaba almorzando con mi esposo y me relató una situación en la que había intervenido a favor de una ancianita y como la presencia amorosa de su preocupación por el bienestar de aquella señora había permitido que se resolviera construyendo una mejor calidad de vida para ella y permitiendo mayor armonía para quienes la tienen a su cuidado. Fue cuando me llegó el chispazo de escribir sobre la idea que siempre me acompaña de CONSTRUIR en vez de DESTRUIR… de SER PARTE de la SOLUCIÓN en lugar de ser parte del PROBLEMA… Esa será la plataforma de mi reflexión.

A través de la nuestra historia personal, que inicia desde que se conocen nuestros padres; logramos encontrar la presencia de un Dios que es todo Amor y que nos va tejiendo con los hilos de las personas a las cuales nos encarga cuando nacemos. Así es como la familia, nuestra familia se convierte en viva presencia de Dios para quiénes aún no logramos “pensar” con el sentido común y la lógica del adulto maduro. Estas personas nos enseñarán su percepción de la realidad, nos transmitirán el amor o el odio, la presencia o la ausencia de Dios y por medio de sus actitudes nos mostrarán como construir o cómo destruir nuestra realidad. Esa en la que nacimos.

Las realidades temporales, esas circunstancias en las que estamos inmersos todos los seres humanos cuando nos encontramos con Dios, son el fermento en el que crece la semilla del amor en la práctica de las virtudes. Dios es respuesta para nuestra inspiración, es la fuerza para construir en el amor, para buscar la justicia en nuestras acciones, para vivir en paz con nosotros mismos y con los demás. Enfrentando, confrontando, con delicadeza pero con firmeza. Fortaleza y suavidad.

Pese a nuestros esfuerzos, una fuerte corriente de individualismo pretende arrastrarnos. Las experiencias comunitarias han perdido interés, ya no son una respuesta para el mundo de inmediatez en el que nos desarrollamos. Es urgente rescatar a la persona, humanizarla. Es necesario romper las cadenas de la automatización y la falta de consciencia de los efectos de una vida egocéntrica y desordenada. Es hora de rescatar al Espíritu Santo como esa fuente inspiradora y emanadora de la fuerza necesaria para continuar con el proceso de crecimiento en el amor.

Llamados a santificar nuestras realidades temporales les invito a meditar la Palabra: “Y nosotros hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.” 1 Jn 4:21 para hacerla vida en nuestro corazón. Ahí está el secreto, solo rescatando el Amor que ha sido depositado en nuestra existencia por la Divina Providencia, podremos empezar ese encuentro con nosotros mismos para continuar el camino hacia el Padre, en sincera y humilde convivencia, construyendo, unidos cada día, la esperanza de un mundo mejor…

Rescatar a la persona es rescatar al Espíritu Santo.

¡Espíritu Santo, Ven!

martes, 10 de marzo de 2009

lunes, 2 de marzo de 2009

Identidad política de los cristianos

Eric J. Mora Salazar

Introducción

Nuestros estatutos establecen claramente la participación política como uno de los compromisos que como seglares comprometidos estamos llamados a asumir. Esta afirmación estatutaria, más que brindarnos una respuesta, nos genera por el contrario una serie de dudas importantes. ¿Cómo llevar a la realidad ese llamado? ¿Cuáles alternativas tengo? ¿En dónde busco si no se nada acerca del acontecer político? ¿Qué piensa la Iglesia acerca de la política? ¿Cómo participa la Iglesia en los procesos políticos? ¿Cuál es mi identidad política como cristiano?

La identidad política

Entonces bien, empezando arriesgadamente por el final, ¿podemos hablar de una identidad política del cristiano? Es necesario hablar de esto. Nuestros estatutos nos hacen un llamado claro, pero como premisa básica debemos responder a este llamado inspirados por algún cuerpo identificador que nos propondría nuestra Iglesia de Cristo. Es decir, sí habláramos de identidad política cristiana, trataríamos con un “algo” político que sea común a todos nosotros, siendo ese “algo” un entramado de consideraciones que la Iglesia – desde la persona del Sumo Pontífice – propone acerca de la política, entramado que la misma Iglesia nos plantea para que entre nosotros los cristianos podamos reconocernos y definirnos políticamente.

Afortunadamente como cristianos sí contamos con ese identificador común. Debido a las convulsas prácticas de explotación laboral y acumulación de la riqueza que se dieron en el siglo XIX, el Papa León XIII decide publicar en 1891 su encíclica Rerum Novarum, con la cual empieza a introducir un cuerpo de enseñanzas eclesiales respecto al capital, el trabajo, la política, las ideologías, la opción por los pobres, y otros tópicos de interés para el recto y justo camino de la sociedad.

La Doctrina Social de la Iglesia

Dicho cuerpo de enseñanzas se denomina la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Si tenemos ya un llamado al compromiso con la realidad política, es en la DSI en donde debemos mirar de primero para empezar a encontrar las respuestas a nuestras preguntas. Pero la DSI es sumamente amplia, a las tres encíclicas medulares Rerum Novarum (León XIII, 1891), Quadragesimo Anno (Pío XI, 1931) y Centesimus Annus (“CA”, Juan Pablo II, 1991) se les añaden numerosas cartas pastorales, exhortaciones apostólicas, enseñanzas, documentos y otros materiales que componen el conjunto de las enseñanzas sociales de la Iglesia.

Los contenidos principales de la DSI exceden tanto el alcance de este artículo como el conocimiento del autor. Ante esto, lo que podemos hacer es aventurarnos a mencionar algunas ideas interesantes contenidas en la encíclica de 1991, la más reciente y más acorde con nuestra época de vida. Quizá si comentamos brevemente estas enseñanzas podríamos originar en el lector alguna curiosidad por empezar el estudio de esta Doctrina (que no ideología) y así empezar a apoderarse de esa identidad política cristiana y responder el llamado al compromiso.

El Papa Juan Pablo II nos regala un mensaje esencial: para la Iglesia, difundir la doctrina social es parte de la misión evangelizadora y parte esencial del mensaje del cristiano (CA, 5). Asimismo, hace una aseveración propia del cuerpo eclesial: fuera del Evangelio no existe una solución definitiva de la cuestión social. De manera que el estatuto de la Obra hace réplica de estas afirmaciones: el compromiso del cristiano con el acontecer político es vital.

Una de las principales orientaciones de la CA es la siguiente: La guía y trama de la doctrina social de la Iglesia es la correcta concepción de la persona humana, en su valor único, en su dignidad esencial e incomparable, siendo “el hombre en la tierra la sola criatura que Dios ha querido en sí misma” (CA, 11). De manera tal que un ordenamiento político que dignifique al ser humano debe reconocer de manera íntegra los derechos de la conciencia humana y su vinculación única con la Verdad. (CA, 29)

Es más, gracias al sacrificio en la cruz, la victoria del Reino de Dios ha sido conquistada para siempre, y los destinos del Reino de Dios tienen sus consecuencias en la vida temporal, así, el Reino ilumina el orden de la sociedad humana, con las energías de la gracia penetrándolo y vivificándolo. Se perciben mejor las exigencias de una sociedad digna que obra el bien. A esta labor de animación evangélica están llamados todos los cristianos, especialmente los seglares. (CA, 25)

La DSI incorpora entonces ciertos elementos que dejan ver cómo el Reino de Dios se hace en efecto realidad en la realidad temporal de la humanidad. El cristiano encuentra en la DSI un instrumento doctrinal para darle una forma especial a su propia dignidad dentro del acontecer político. Entre las numerosas exhortaciones de la DSI, una de las principales enseñanzas para la identidad política cristiana es pues la preservación de la dignidad humana y los derechos y deberes asociados a esta, y cómo este es un mensaje que merece ser difundido al mismo nivel que se difunde el resto del mensaje de Cristo, pues es parte de la victoria de su Reino.

La participación política

Existen no pocos originadores de las dudas planteadas al inicio de este artículo, pero hay uno que se destaca de entre los demás: el hecho de no saber qué acontece en la praxis política de la sociedad costarricense e internacional. Estas dudas, aunque no fácilmente pero sí muy probablemente sería posible responderlas si contáramos con un cierto nivel básico de conocimientos políticos. Ante esto sin embargo hay una difícil realidad: como cristianos, no podemos quedarnos en el nivel básico.

Según lo anterior, podríamos inferir que, como todos los demás compromisos que asumimos como cristianos, la participación política también exige esfuerzo de nuestra parte. Un esfuerzo tal que nos permita posicionarnos con propiedad de conocimientos dentro del ámbito político de la realidad humana, aquel que se ocupa de la gestión de los asuntos – públicos y privados – mediante decisiones tomadas por individuos incorporados en grupos de interés común.

Hemos tocado en este artículo una de las preguntas que a criterio del escritor es trascendental: descubrir nuestra identidad política como cristianos. Y hemos tenido la grata respuesta de saber que la Iglesia ya nos ofrece ese cuerpo identificador, cuerpo con el que necesitamos identificarnos y que necesitamos incorporar a nuestra misión evangelizadora, especialmente como laicos.

Conclusión: El año electoral 2009

Como costarricenses, el 2009 nos ofrece una evidente oportunidad para empezar a darle forma a este compromiso con la política. Siendo un año electoral, tendremos la oportunidad de estar en frecuente contacto con el acontecer político de nuestro país. Como exhortación en este Año Jubilar, propongámonos descubrir en la DSI una auténtica identidad política que nos permita reconocernos como cristianos, para así, en el futuro, tener armas para dar respuestas concretas a este compromiso al que estamos llamados.