miércoles, 29 de abril de 2009

Avisos

Les recordamos nuestro próximo retiro este Sábado 2 de mayo a partir de las 9 a.m. y hasta las 4.30 p.m. en el CESC, en San Rafael de Heredia. El tema del retiro es Misión.

Seguimos retiro a retiro haciendo la recolección del ‘Diario Solidario’ por si pueden llevar su colaboración.

Nuestras intenciones de esta semana son:

  • La situación laboral de Jorge Fernández
  • El eterno descanso de Carmen Galicia, hermana nuestra de Alianza de Amor en México

Misión de los laicos

Manuel Rubín de Celis, MSpS

Hoy la Iglesia está en estado de expansión. Se acabaron los muros y las defensas pues la misión nos impulsa a salir. Iglesia misionera, cristiano misionero, obras apostólicas que dejan la seguridad de sus grupos para salir al desierto, en descampado, a anunciar el Evangelio y servir a sus hermanos y hermanas como signo fehaciente del Reino.

Me pregunto ¿poseen los miembros de la Alianza el amor comunitario de Jesús, el fuego del Espíritu, el celo apostólico significativo en el grito de Conchita Jesús salvador de los hombres: sálvalos?, ¿o nos perdemos en la inercia, la indiferencia, la pasividad y el conformismo, el ghetto y el capillismo?

Un movimiento de Iglesia que esté a tono con las mociones del Espíritu vive estas tres dimensiones inseparables (personalización, fraternidad y misión), a través del testimonio de lo que ha visto y oído, es decir, comunica una experiencia vital sobre todo con el ejemplo y con el anuncio pues, “Ay de mí si no anunciara el Evangelio”.

Testimonio y anuncio (o denuncia profética de lo que se opone al proyecto de Dios) a todos los niveles:

Ambito intraeclecial

Todo movimiento cristiano entra en un mundo de relaciones con su Parroquia, su Diócesis, etc.

En la Alianza de Amor por la herencia común a todas las Obras de la Cruz y no en particular a la Alianza, tienen una manera específica y carismática de relacionarse con el mundo presbiteral, con sus pastores para que juntos, como ya se indicó, se santifiquen y se dediquen a servir al hombre (camino de la Iglesia). ¿Esta manera de relación surge de una mística de servicio adulto? Pero no sólo sirve a los presbíteros sino que colabora con ministerios y servicios al interior de su Madre la Iglesia.

Ambito Extraeclesial.

Desde el documento para los seglares emanado del Concilio, Apostolicam Actuositatem pasando por la Evangeli Nuntiandi y la Christifideles Laici, se ofrecen grandes luces y pistas al compromiso del laico en el mundo. Es la fecha en que todavía la Iglesia en su conjunto (pastores, religioso y laicos) no digiere esta nueva toma de conciencia.

Pero será útil agregar para este mundo seglar todo lo que el magisterio social posconciliar ha propuesto a la Iglesia y especialmente a los laicos, que denominamos Doctrina social de la Iglesia y que si fueran conocidos, profundizados y puestos en práctica seguramente ayudarían a que las cosas marcharan diversamente.

Según la Christifideles Laici lo propio del trabajo y la santificación del seglar es el mundo: familiar, científico, artístico, los medios masivos de comunicación social y cultural, todo el entramado de la sociedad en la que les toca vivir, promoviendo la paz, la justicia, la defensa de los derechos humanos, la vida, etc.

El Señor quiere que estén y se santifiquen en el mundo sin ser del mundo y que puedan así construir la civilización del amor de la que frecuentemente da la impresión que somos, nosotros los creyentes, los primeros que no creemos en su viabilidad y nos parece más una bella utopía que una verdadera realidad.

domingo, 26 de abril de 2009

Consagración de México al Espíritu Santo

El pasado lunes 20 de abril se realizó una especial consagración de México al Espíritu Santo, aquí desde Costa Rica algunos nos unimos a la consagración.  Recibimos de la presidenta del Concejo Central el siguiente mensaje y fotografías de tal actividad.

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Muy Queridos todos/as:

Les enviamos unas fotos que tomamos en la celebración de la Eucaristía Celebrada en la Basilica de Guadalupe para consagrar a México al Espíritu Santo.

Al finalizar la Eucaristía, todos nuestros Obispos Consagraron a México al Espíritu Santo y después todos los Laicos, oramos la Consagración de México al Espíritu Santo en unión de los Sacerdotes presentes. Nosotras, las y los encomendamos a la Santísima Virgen de Guadalupe a todos los miembros de la Obra y a sus familias, a nuestros Aserores/as, a nuestros Misioneros y a nuestras Religiosas de la Cruz, para que los proteja, los ayude a realizar sus proyectos y les de salud.

Queremos que sepan nuestros hermanos del Salvador, Costa Rica, Guatemala, España, Italia, Rumania y Estados Unidos que los hicimos presentes en ambos momentos.

Reciba un saludo cariñoso hecho oración, Yolanda Jasso.

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Testimonio

Recibimos el viernes 24 de abril el siguiente testimonio, agradeciéndoles a todos y todas los que han estado orando por la salud de Beatriz Pino.   Está dirigido a Douglas Umaña, quien fue el contacto del Sr. Pino con Alianza y nuestro apostolado de oración.

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Hola Douglas:

Cuando encuentro personas como ustedes (usted y su señora esposa) me renacen las esperanzas de que en un mañana no muy lejano la humanidad toda será una cofradía de hermanos luchando contra la miseria y la enfermedad, será un mundo de compañeros  en donde el egoismo y las diferencias de raza y muchas otras, serán superadas.

Toda mi familia y yo les damos las más sinceras y expresivas gracias por su actitud y sus buenos sentimientos, igual que si llegaran a donde se encuentra mi nieta Beatriz para darle consuelo. Mi nieta tiene ya casi dos meses de estar en tratamiento en los Estados Unidos. A Beatriz hubo que practicarle una cirugía de pulmón porque un hongo oportunista le dañó el lóbula inferior de su pulmón derecho. La recuperación, aunque bastante dolorosa, ha ido muy bien, la leucemia desapareció, ahora los médicos están aplicándole quimioterapia de sostenimiento para evitar que la efermedad pueda regresar en el tiempo.

La recuperación de Beatriz fue un milagro gracias a Dios y a todas las personas buenas y fervorosas, como ustedes y su grupo Alianza de Amor asi como a las religiosas,  que tanto han orado para la sanación de ella.

Les estaremos agradecidos por siempre,

Francisco Pino

jueves, 23 de abril de 2009

Testimonio: Experiencia Misionera

Emilia Solís

 

En respuesta a la petición para colaborar con nuestro boletín “Muralla”, doy gracias a Dios por poder compartir con mis hermanos y hermanas de Alianza de Amor un poquito de la rica experiencia de misión “ad-gentes” que Él me permitió vivir hace ya algunos años.

 

Llegué a la ciudad de Panamá un día del mes de julio de 1992, con el deseo y la ilusión de colaborar como misionera en el Vicariato Apostólico de Darién, región que limita con Colombia.

 

Desde muchos meses atrás estuve en comunicación con Mons. Rómulo Emiliani, a quien conocía hacía varios años, y le manifesté mi disponibilidad para apoyar su labor en la porción de tierra que el Señor le había confiado para su pastoreo.  La respuesta no llegaba tan pronto como yo esperaba, porque se nos olvida que el tiempo es de Dios y Él sabe cuándo y en qué momento…

 

Pues bien, un par de días después de mi llegada, el Obispo me llamó  a su oficina en la Capital, para conversar sobre la tarea que me tenía asignada.  El haber sido mi director espiritual cuando estuvo por aquí, en Costa Rica, le permitió conocer bien tanto mi vida personal como laboral, por lo que había determinado dejarme en funciones administrativas y no en pastorales.  Quedé sorprendida por la propuesta, pues mis planes eran los que quizá todo misionero anhela: trabajo y acompañamiento en las comunidades, evangelización, lidiar con el barro, el polvo, largas caminatas, ir por los ríos… Me dije para mis adentros que debía haberle exteriorizado mis deseos, pero él se tomó en serio lo de mi disponibilidad.  Como dice Conchita, “no como yo, sino como Tú”.  A pesar de esto asumí con “santa obediencia” el proyecto que me planteaba, alternar un mes en labores administrativas en la ciudad y un mes en trabajo pastoral en la misión.  ¡Interesante!  El quehacer misionero es muy amplio y así como se me presentó podía cumplir con las expectativas del Obispo y vería mi anhelo hacerse realidad… pero en la práctica no resultó.  Las responsabilidades administrativas absorbían la mayor parte de mi tiempo y no alcanzaba para más, pero esto no fue motivo para sentirme mal, al contrario, estaba feliz porque era mi aporte a un servicio que repercutía, de alguna manera, en el desempeño del resto del personal misionero que se encontraba en Darién. 

 

La función principal de la oficina en la ciudad de Panamá era ser enlace y apoyo entre la ciudad y los equipos misioneros, debido a la mala comunicación y la falta de infraestructura en Darién: la carretera interamericana era de lastre y de tierra, durante el invierno se cerraba en varios tramos y los caminos de penetración se volvían intransitables; a muchas comunidades solo se podía llegar por los ríos y a algunas solo por mar o por aire;  muy pocos pueblos contaban con plantas para electricidad  y el sistema telefónico, con muchas deficiencias, solo había en La Palma, capital de la provincia.  Por medio de radiocomunicación se atendían las necesidades apremiantes que requerían los y las misioneras, incluyendo el abastecimiento de alimentos y combustible para la movilización interna.  Los envíos se hacían principalmente por barco.  Igualmente, desde esta oficina había que hacer las labores de contabilidad, secretaría, gestiones bancarias (la provincia solo contaba con un Banco poco accesible para la mayoría de las comunidades) y suplir de los materiales necesarios para la labor pastoral. 

 

Pasadas algunas semanas, cuando lo que a mí me competía en la parte administrativa estaba encausada y se desarrollaba a un ritmo normal, se me dio la oportunidad de colaborar con los diferentes equipos misioneros en época de Semana Santa, Navidad, Fiestas Patronales, talleres, seminarios y otras actividades que me permitieron conocer las diferentes zonas misioneras, tanto indígenas como colombo-panameñas, afros y campesinas.  Este abanico de oportunidades no hubiera sido posible si me hubieran asignado un equipo y una zona misionera determinada.  Se confirma aquello de “Tus caminos no son mis caminos ni mis planes son tus planes”.  Y para seguir fraseando con Conchita, “No cuando yo, sino cuando Tú.”

 

Enseñanzas… muchísimas.  Tuve la oportunidad de conocer mucho de la historia y la sociedad de Panamá en general y la de Darién en particular, aunque también pude palpar muy de cerca el dolor de un pueblo muy sufrido por el olvido y la marginación en casi todos los ámbitos… Y la Iglesia de Darién, con su presencia acompaña, con muchísimas limitaciones, a ese rebaño del Señor. 

 

Juntos, Iglesia y pueblo, procuran hacer vida el Evangelio de Jesús en sus propias vidas,  intentan construir el Reino de Dios en medio de sus carencias siguiendo un camino de fe y esperanza, labrando un destino con mejores oportunidades que les permita un desarrollo integral y liberador. 

 

Quizá mis expectativas del principio no eran las que me había trazado, pero sí me siento muy agradecida con el Señor, por la oportunidad que me dio de vivir una experiencia en la  cual fui su instrumento para que otras personas realizaran con eficiencia y eficacia su quehacer misionero.  Al menos esa fue siempre mi intención porque… “Somos servidores inútiles que no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación” Lc.17,10b. Y porque… “Quien se siente bendecido no vive por el interés, no espera ningún premio, porque la vida misma vivida desde la entrega es la mejor recompensa.”

miércoles, 15 de abril de 2009

Pascua y Espiritualidad de la Cruz: amor, dolor y resurrección

Ronald Marín Rojas

El domingo 12 de abril se abre en la vida de la Iglesia un período festivo: La cincuentena pascual o tiempo de pascua. La cincuentena es el tiempo simbólico que recuerda a Cristo resucitado presente en su Iglesia, a la que hace donación de la Promesa del Padre: el Espíritu Santo. La Pascua es por tanto el culmen de los que vivimos la Espiritualidad de la Cruz, ya que una vez asumido el valor salvífico de Cristo en la Cruz, su donación al Padre por cada uno de nosotros y nosotras, todo bajo la acción del Espíritu Santo, resucitamos a cada hermano(a) mostrándoles el rostro resplandeciente de Aquel que por Amor y puro Amor lo da todo sin esperar que se le retribuya absolutamente nada.

El tiempo pascual es, por ende, un tiempo fuerte dentro del año litúrgico, de tanta importancia como la Cuaresma, a la que supera no sólo en duración, sino, sobre todo, en simbolismo. La Cuaresma es figura de esta vida de prueba y tentación; la Pascua, en cambio, representa la eternidad, la perfección de la meta. Por otra parte, el tiempo pascual es el tiempo litúrgico dedicado al Espíritu Santo (quien dirige las Obras de la Cruz), que ha brotado del costado de Cristo muerto en la cruz.

La mejor vivencia de la Pascua, como de toda la liturgia, es su interiorización. En ella conmemoramos el paso de la muerte de cruz a la nueva vida de la resurrección; en efecto, mientras ante nosotros se renueva y perfecciona el prodigio realizado por Dios en beneficio del pueblo de Israel, arrancándolo de la esclavitud de Egipto, dicho portento se realiza ahora también en relación con nosotros, en cuanto que con Cristo y en Cristo, somos arrancados cada vez más enérgicamente de la muerte del pecado e introducidos en una nueva vida, la cual, a su vez, se proyecta hacia el último cumplimiento, que tendrá lugar cuando, en la Parusía de Cristo (segunda venida), seamos introducidos en la eterna resurrección, en la tierra de la última promesa, en el imperecedero reino de Cristo y de su Padre y del Espíritu Santo.

Y nuestra vida cotidiana como seguidores de la Espiritualidad de la Cruz, tiene que orientarse efectivamente en el pleno sentido de la Pascua: "Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de arriba" (Col 3,1-4), dando testimonio con las obras del compromiso que anima al pueblo de Dios. Se trata de dejar las obras de las tinieblas para vivir como hijos de la luz. Esta es la espiritualidad de la Cruz, que bajo el matiz pascual, se transforma en espiritualidad del Éxodo, del Cordero inmolado, del Bautismo, de la Eucaristía, de la Resurrección, del Camino en seguimiento de Cristo Sacerdote y Víctima resucitada.

El que vive la Espiritualidad de la Cruz especialmente en este tiempo de gracia pascual, tiene, en pleno siglo XXI, la misión de:

-Creer con pasión, es decir, disfrutar ser cristiano, amar lo que es.

-Luchar por un mundo más humano, por un mundo donde haya más esperanza, tratando de animar a quienes ya no pueden seguir para que se decidan a continuar y ver lo bueno que hay en la vida.

-Ser valientes difusores del Evangelio.

-Desde donde estemos, en la oficina, en la escuela, en la familia, comportarnos como alegres hijos de Dios.

-Pasar de una Fe ciega a una Fe madura, a una Fe resucitada.

-Ser personas en el mundo que disfrutemos de lo sano del mundo, santificando cada realidad temporal.

Así que hermano o hermana que lees este artículo:

ÁNIMO, ÁNIMO, ERES EL SUEÑO DE UN PADRE CON ESENCIA MATERNA, QUE TE SOÑÓ, HACIÉNDOSE CARNE COMO TÚ, MURIENDO POR TI, Y VOLVIENDO DÍA A DÍA A LA VIDA POR TI, ESO ES LA PASCUA Y LA CRUZ…

lunes, 6 de abril de 2009

Discipulado y misión

Pilar Ureña

Desde que éramos niños, hemos asociado la palabra “misionero” con aquellos servidores del Evangelio que partían “ad gentes”, a otras tierras, culturas o continentes, con la tarea de anunciar el Reino a quienes no habían conocido a Jesús. Leímos con emoción y admiración los relatos de la vida de Francisco Javier en la India, de Pedro Claver, con los afro americanos de Cartagena, del heroico San Damián y sus amados leprosos. Hasta lloramos de emoción viendo al apuesto artista Gregory Peck, inmortalizando un misionero, en la famosa película “Las llaves del Reino”.

Son nuestros héroes cristianos. Pero al definirlos como nuestros héroes, inconcientemente hemos establecido una división de tareas dentro de la Iglesia, que muchas veces nos resulta muy cómoda: “Se fue de misionera, qué valiente, qué dichosa que tiene esa vocación, pero yo no tengo esa vocación” – decimos, como descargando nuestra conciencia por nuestra flojera misionera. Sí, es flojera, porque al pensar así no hacemos otra cosa que rehuir a una dimensión fundamental de nuestra vocación cristiana: el ser misionero.

Nos dice el Evangelio, que Jesús llamó a sus primeros discípulos “para que lo acompañaran, y para mandarlos a anunciar el mensaje” (Marcos 3,14). Discipulado y misión: estar con él y anunciar el mensaje. Para eso nos llama el Señor.

“Por esto, todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo que lo vincula a El como amigo y hermano” D.A. 144.

A lo largo de todo el Documento Conclusivo de Aparecida, los Obispos de Latinoamérica no han hecho otra cosa que sacudirnos de esa pasividad tan cómoda en la que estamos los católicos, pues nos hemos convencido de que la misión es una tarea especifica de ciertos “iluminados” o “escogidos” dentro del pueblo de Dios. Los obispos nos recuerdan con insistencia que si somos discípulos, somos misioneros. Seguir a Jesucristo no es una fuga hacia el intimismo o individualismo; es una tarea para la comunidad y en la comunidad. Implica, es cierto, estar con él en nuestra intimidad, pero esa relación nos mueve a anunciarle, a comunicar y construir con otros, la vida plena que nos trae su mensaje.

¿Cómo ser misioneros, en nuestra realidad concreta? ¿Debemos cruzar los océanos para realizar esta tarea? Ojala todos pudiéramos hacerlo… sin embargo basta mirar a nuestro entorno para comprobar que la tarea evangelizadora no se ha terminado. Latinoamérica, y Costa Rica no se escapa de ello, es el continente de la gran paradoja: hemos recibido el mensaje casi en la totalidad de nuestro territorio, pero aún no se ha instaurado el Reino en medio de nosotros: estamos rodeados de pobreza, fruto de graves injusticias sociales, y de múltiples esclavitudes que claman por liberación. Multitudes que andan como ovejas sin pastor.

Hemos de salir al encuentro de los hombres y mujeres que, muy cerca de nosotros, necesitan de este mensaje y de nuestros actos de amor, de la misma manera que Jesús salió del Padre a salvar a esta humanidad perdida, con sus gestos y su palabra:

“Esta es la tarea esencial de la evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana” D.A. 146

Sólo cuando logremos integrar personal y comunitariamente, estas dos dimensiones de la vocación cristiana, discipulado y misión, habremos emprendido el verdadero camino de la santidad.

Virtud del mes de abril

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miércoles, 1 de abril de 2009

Algunos avisos

Les recordamos nuestro próximo retiro este Sábado 4 de abril a partir de las 9 a.m. y hasta las 4.30 p.m. en el CESC, en San Rafael de Heredia. Los temas de este mes son 'Identidad' y 'Comunidad'.

Nuestras intenciones de esta semana son:
  • La salud de Israel, quien se encuentra delicado por las heridas que le propinaron durante un asalto
  • El eterno descanso de Amanda Cadet, y por toda su familia
  • La familia Silva Maffio, especialmente por Fabián a quien recientemente se le descubrió leucemia y está en tratamiento
  • La salud de Beatriz Pino, joven que padece leucemia