jueves, 18 de marzo de 2010

Actividades e intenciones

AFICHE 25 DE MARZO

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Les rogamos nos acompañen con sus oraciones por las siguientes intenciones:

  • - La semana santa en la Parroquia de León XIII para que renueve la esperanza de una León sin violencia
  • -Los Misioneros del Apostolado de la Cruz de Costa Rica que irán a Honduras en Semana Santa
  • - Los aspirantes al Diaconado Permanente, sus esposas y familias en el incio de su formación universitaria el sábado 20 de marzo
  • - El retiro de Alianza de Amor el 1º de Mayo, para que sea semillero de vocaciones y respuesta a las personas necesitadas
  • - Los ejercicios espirituales de un MSpS
  • - Los 4 nuevos sacerdotes ordenados en la Arquidócesis de San José: Jimmy, Héctor, Epson y Felipe
  • - Una intención laboral
  • - La cirugía de Kerebith
  • -Jazmin Blanco
  • - Monseñor Leopoldo Brenes y su Arquidiócesis en Managua
  • - La familia de Óscar
  • - La Misión Continental en Costa Rica
  • - Las gemelas de Lourdes Alfaro
  • - La salud del esposo de Luz Ochoa
  • - El sacerdote Oldemar Rodríguez
  • - Gloria, para que sobrelleve con amor el cáncer terminal
  • - Los 13 jóvenes del Propedéutico de Ciudad Guatemala y por sus formadores el padre Roberson Rodríguez y Manuel de Jesús Chilín
  • - La salud de Silvia y su familia
  • - La salud del niño Emanuel Espinoza Sanchez
  • - El eterno descanso de María Ruth
  • - La salud de Karla Portillo
  • - La salud de Jorge, Octavio, Tanairi, Gustavo Siordia y Michael Siordia
  • - La salud de Sor Águeda Elena Salazar, mccj

Año Sacerdotal

DIECINUEVE de Marzo de 2010

DÍA DEL SEMINARIO

clip_image002Os exhorto a vosotros seminaristas a profundizar vuestra amistad con Jesús, el Buen Pastor. Hablad con él de corazón a corazón. Rechazad toda tentación de ostentación, de hacer carrera o de vanidad. Tended hacia un estilo de vida caracterizado auténtica-mente por la caridad, la castidad y la humildad, imitando a Cristo, el Sumo y Eterno Sacerdote, del que debéis llegar a ser imágenes vivas.

Benedicto XVI 19. 04. 08

En el Sacerdote todo debe recordar – a él mismo y al mundo – que ha sido objeto de un don sin merecerlo y que no se puede merecer, que lo convierte en presencia eficaz del Absoluto en el mundo para la salvación de los hombres.

Mons. Mauro Piacenza, Srio. de la Congregación para el Clero

TEXTOS DE LA CUENTA DE CONCIENCIA DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA

clip_image002[6] Los seminarios deben ser semilleros de santos o gérmenes de santidad.

Que el Espíritu Santo reine en esos lugares como primer factor y la Inmaculada sea su encanto y su vida. Los seminarios y los noviciados son el porvenir de la Iglesia y de las almas; y los obispos hacen bien en preocuparse y consagrar toda su atención a ellos, sacrificándolo todo en su favor. “Sacerdotes de Cristo” p. 131

Hay que hacer mucho hincapié en los seminarios y en los noviciados, en el hacer entender a los iniciados al sacerdocio la divina sublimidad de su vocación.

Hay que hacerles entender bien, el favor insigne de predilección mía al ascenderlos al sacerdocio. Los dones especiales y luces y gracias y carismas y coronas inmortales que les esperan. Las divinas bendicio- nes donde vivirán envueltos. La fortaleza de Dios y el amor infinito y especial del Espíritu Santo sobre ellos. El grado divino que los eleva de la tierra sobre todas las criaturas. La gracia de las gracias de la santa Misa. El mismo poder de Dios que se les comunica de perdonar los pecados y de abrir el cielo a las almas.

clip_image004

clip_image006Hay que hacer reflexionar profundamente a los que estén próximos a llegar al altar, en la similitud Conmigo que el Padre les pide para confiarles lo que a Mí me confió: ¡las almas! Hay que impregnarlos de la idea de que deben transformarse en Mí, ser otros Yo, no sólo en el altar sino siempre, asimilándose a Mí desde muy antes de ser ordenados.. Que se den cuenta bien clara, de que el Padre mismo les va a comunicar su santa fecundación para que le den almas santas a la Iglesia de Dios. “Sacerdotes de Cristo” p. 123-124

MARÍA comienza a recrearse en los corazones que se preparan al sacerdocio y los cubre con su manto. La fiesta más grande para Ella en la tierra es el día de la ordenación del sacerdote, el día de su primera Misa, y en todas las que se celebran dignamente.

A mis sacerdotes I, 168

miércoles, 10 de marzo de 2010

Intercesión

Les rogamos que nos acompañen con sus oraciones por las siguientes intenciones:

  • El eterno descanso de María Ruth
  • La salud de Karla Portillo
  • La salud de Jorge, Octavio, Tanairi y Gustavo Siordia
  • Para que Andrés descubra a Dios en su vida
  • La salud de Sor Águeda Elena Salazar, mccj
  • El XVI Capítulo General de los Misioneros del Espíritu Santo
  • Los nuevos postulantes costarricenses para los Misioneros del Espíritu Santo
  • Jorge Vargas y a su esposa Seydi quien está muy enferma
  • El matrimonio de Alejandro y Pilar

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Queremos compartir con ustedes también la alegría de nuestra VIII Asamblea Local, realizada el pasado 06 de marzo.  Compartimos en un clima de diálogo y propuesta nuestras ideas en torno al Anteproyecto de Apostolado Corporativo y elegimos al nuevo Consejo que nos acompañará por los próximos 3 años.

 

Imagen 159 De derecha a izquierda: Arlene (3ª Consejera), Ana Lorena (1ª Consejera), Leda (Presidenta) y María de Lourdes (2ª Consejera).

Las direcciones de la Cuaresma

Por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán

20051120El camino de la Cuaresma tiene dos direcciones: Dios y el prójimo. Dos orientaciones que se sustentan mutuamente. No se puede ir a Dios sin ir a los demás, pues se volvería un espiritualismo, o sea algo distorsionado; como no se puede ir a los demás sin ir a Dios, de otra manera sería sólo altruismo.

Las obras de penitencia -oración, ayuno y limosna- sensibilizan, dirigen y sostienen a la persona en ambos itinerarios.

La oración nos acerca a Dios... siempre en contexto de comunidad humana, incluso por parte del ermitaño, o sea de quien vive en total soledad física, porque se sabe parte de la familia humana.

El ayuno significa "abstenernos de" todo aquello que nos aleja de Dios y del prójimo.

La limosna nos hace avanzar en el desapego personal, indicando que lo que somos y tenemos no nos pertenece en exclusiva, sino que pertenece a los demás, especialmente a los necesitados, lo cual se traduce en expresar nuestra total pertenencia a Dios, que es el espíritu de pobreza.

San Agustín repetidas veces relaciona en sus Sermones estas tres obras de penitencia, diciendo por ejemplo: "Nuestra oración -apoyada en la humildad y la caridad, en el ayuno y la limosna, en la abstinencia y el perdón de la injuria, en el cuidado que pondremos en hacer el bien en lugar de devolver el mal y de evitar el mal y practicar el bien- busca la paz y la obtiene porque esa oración vuela, sostenida y llevada a los cielos, donde nos ha precedido Jesucristo que es nuestra paz"; o también dice: "Estas piadosas limosnas y este frugal ayuno son las alas que en estos santos días ayudarán a nuestra oración a subir hacia el cielo".

Todo esto tiene su fundamento en las palabras mismas de Jesucristo, quien relaciona y unifica los dos mandamientos del amor a Dios y el amor al prójimo. "No existe otro mandamiento mayor que éstos" (Mc 12,32).

De este modo el perseverante propósito de volver a Cristo Jesús y de seguirlo, se ha de manifestar en actitudes y acciones específicas para ser prójimos -o sea próximos-, de personas concretas, especialmente las necesitadas. No se reduce a dar de lo que nos sobre, sino hasta que nos duela, que nos haga modificar algún plan de uso del dinero; dar de nuestras capacidades, de nuestra escucha, gastar nuestro tiempo a favor de los demás, lo cual no será tiempo perdido sino bien invertido; desde luego, es dar sin pretender una segunda intención de recuperar posteriormente con creces.

Podemos preguntarnos: ¿De qué manera mi relación con Dios me está llevando a mejores actitudes y acciones con los demás? Igualmente ¿de qué manera mi servicio a los demás me sostiene y eleva en la relación con Dios? Que nuestra respuesta se exprese en el avance fructuoso de nuestro camino cuaresmal.

lunes, 1 de marzo de 2010

Benedicto XVI: Cuaresma, tomarse en serio la conversión

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de febrero de 2010. Catequesis del Papa Benedicto XVI, durante la Audiencia General.

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Queridos hermanos y hermanas:

Iniciamos hoy, Miércoles de Ceniza, el camino cuaresmal: un camino que se extiende durante cuarenta días y que nos lleva a la alegría de la Pascua del Señor. En este itinerario espiritual no estamos solos, porque la Iglesia nos acompaña y nos sostiene desde el principio con la Palabra de Dios, que encierra un programa de vida espiritual y de compromiso penitencial, y con la gracia de los Sacramentos.

Son las palabras del apóstol Pablo las que nos ofrecen una consigna precisa: “os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice él: 'En el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé'. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación” (2Cor 6,1-2). En verdad, en la visión cristiana de la vida cada momento debe decirse favorable y cada día debe llamarse día de salvación, pero la liturgia de la Iglesia refiere estas palabras de modo muy particular al tiempo de la Cuaresma. Y que los cuarenta días de preparación de la Pascua sean un tiempo favorable y de gracia lo podemos entender precisamente en la llamada que el austero rito de la imposición de las cenizas nos dirige y que se expresa, en la liturgia, con dos fórmulas: “Convertíos y creed en el Evangelio”, y “Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás”.

La primera llamada es a la conversión, palabra que hay que tomar en su extraordinaria seriedad, descubriendo la sorprendente novedad que encierra. La 20070311 llamada a la conversión, de hecho, pone al desnudo y denuncia la fácil superficialidad que caracteriza muy a menudo nuestro modo de vivir. Convertirse significa cambiar de dirección en el camino de la vida: pero no para un pequeño ajuste, sino con una verdadera y total inversión de la marcha. Conversión es ir contracorriente, donde la “corriente” es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio, que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal o en todo caso prisioneros de la mediocridad moral. Con la conversión, en cambio, se apunta a la medida alta de la vida cristiana, se nos confía al Evangelio vivo y personal, que es Cristo Jesús. Su persona es la meta final y el sentido profundo de la conversión, él es el camino sobre el que estamos llamados a caminar en la vida, dejándonos iluminar por su luz y sostener por su fuerza que mueve nuestros pasos. De esta forma la conversión manifiesta su rostro más espléndido y fascinante: no es una simple decisión moral, que rectificar nuestra conducta de vida, sino que es una decisión de fe, que nos implica enteramente en la comunión íntima con la persona viva y concreta de Jesús. Convertirse y creer en el Evangelio no son dos cosas distintas o de alguna forma sólo cercanas entre sí, sino que expresan la misma realidad. La conversión es el "sí" total de quien entrega su propia existencia al Evangelio, respondiendo libremente a Cristo, que primero se ofreció al hombre como camino, verdad y vida, como aquel que lo libera y lo salva. Precisamente este es el sentido de las primeras palabras con las que, según el evangelista Marcos, Jesús abre la predicación del “Evangelio de Dios”: “"El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15).

El "convertíos y creed en el Evangelio" no está solo en el inicio de la vida cristiana, sino que acompaña todos sus pasos, permanece renovándose y se difunde ramificándose en todas sus expresiones. Cada día es momento favorable de gracia, porque cada día nos invita a entregarnos a Jesús, a tener confianza en Él, a permanecer en Él, a compartir su estilo de vida, a aprender de Él el amor verdadero, a seguirle en el cumplimiento cotidiano de la voluntad del Padre, la única gran ley de vida. Cada día, aún cuando no faltan las dificultades y las fatigas, los cansancios y las caídas, aún cuando estamos tentados de abandonar el camino de seguimiento de Cristo y de cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro egoísmo, sin darnos cuenta de la necesidad que tenemos de abrirnos al amor de Dios en Cristo, para vivir la misma lógica de justicia y de amor. En el reciente Mensaje para la Cuaresma he querido recordar que “se necesita humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo 'mío', para darme gratuitamente lo 'suyo'. Esto sucede particularmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias al amor de Cristo, podemos entrar en la justicia 'más grande', que es la del amor (cfr Rm 13,8-10), la justicia de quien se siente en todo momento más deudor que acreedor, porque ha recibido más de cuanto podía esperar" (L'Oss. Rom. 5 de febrero de 2010, p. 8).

El momento favorable y de gracia de la Cuaresma nos muestra el propio significado espiritual también a través de la antigua fórmula: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”, que el sacerdote pronuncia cuando impone sobre nuestra cabeza un poco de ceniza. Somos así remitidos a los inicios de la historia humana, cuando el Señor dijo a Adán tras la culpa de los orígenes: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás" (Gen 3,19). Aquí, la palabra de Dios nos recuerda nuestra fragilidad, incluso nuestra muerte, que es su forma extrema. Frente al innato miedo del fin, y aún más en el contexto de una cultura que de tantas formas tiende a censurar la realidad y la experiencia humana del morir, la liturgia cuaresmal, por un lado, nos recuerda la muerte invitándonos al realismo y a la sabiduría, pero, por otro lado, nos empuja sobre todo a acoger y a vivir la novedad inesperada de que la fe cristiana libera de la realidad de la misma muerte.

El hombre es polvo y al polvo volverá, pero es polvo precioso a los ojos de Dios, porque Dios ha creado al hombre destinándolo a la inmortalidad. Así la fórmula litúrgica “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás” encuentra la plenitud de su significado en referencia al nuevo Adán, Cristo. También el Señor Jesús quiso libremente compartir con cada hombre la suerte de a fragilidad, en particular a través de su muerte en cruz; pero precisamente esta muerte, llena de su amor por el Padre y por la humanidad, ha sido el camino para la resurrección gloriosa, a través de la cual Cristo se ha convertido en fuente de una gracia dada a cuantos creen en Él y son hechos partícipes de la misma vida divina. Esta vida que no tendrá fin está ya presente en la fase terrena de nuestra existencia, pero será llevada a cumplimiento jesus6 tras la “resurrección de la carne” El pequeño gesto de la imposición de las cenizas nos revela la singular riqueza de su significado: es una invitación a recorrer el tiempo de Cuaresma como una inmersión más consciente y más intensa en el misterio pascual de Cristo, en su muerte y su resurrección, mediante la participación en la Eucaristía y en la vida de caridad, que de la Eucaristía nace y en la que encuentra su cumplimiento. Con la imposición de las cenizas renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, para vencer el mal y hacer el bien, para hacer morir nuestro “hombre viejo” ligado al pecado y hacer nacer al “hombre nuevo” transformado por la gracia de Dios.

¡Queridos amigos! Mientras nos apresuramos a emprender el austero camino cuaresmal, queremos invocar con particular confianza la protección y el auxilio de la Virgen María. Que sea Ella, la primera creyente en Cristo, quien nos acompañe en estos cuarenta días de intensa oración y de sincera penitencia, para llegar a celebrar, purificados y completamente renovados en la mente y en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo.

¡Buena Cuaresma a todos!