sábado, 28 de agosto de 2010

La hermandad comunitaria es de naturaleza evangélica

Por Eric J. Mora Salazar

 

La Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, rama laical de las Obras de la Cruz, determina en sus Estatutos su denominado Compromiso Propio, que viene siendo su identidad como obra laical en el seno de la Iglesia. Este Compromiso Propio tiene tres dimensiones, siendo una de ellas el llamado a ser bautizados que viven en la Iglesia.

Este llamado se concretiza en la vida en Pequeña Comunidad[1]. De hecho, esta obra laical establece que la Pequeña Comunidad (grupos de no más de 12 personas y un animador) es la célula base de organización[2]. Es el punto de partida que se nos propone para crecer en fe, caridad, y acompañamiento mutuo.

Lo anterior – tanto la concretización del compromiso propio cuanto la propuesta de   crecimiento de la persona – no es casualidad ni tampoco exclusividad de esta obra: el llamado a vivir en Pequeña Comunidad es inherente al ser cristiano y compartido, difundido y exhortado por la Iglesia universal.

En efecto, la historia cristiana de la Salvación no concibe la preparación y consumación de la Redención sino a partir de la vida comunitaria. Por lo anterior, no se debe perder de vista que la vida en comunidad es, más que un comportamiento humano, una invitación evangélica.

¿Qué viviría Jesús durante sus días posteriores a su bautizo en el Jordán, en el desierto? Probablemente y entre muchas otras cosas, caer en la cuenta del infinito Amor que exudaba su Padre, y a partir de ese encuentro con el ‘Abbá’ caer en la cuenta de una segunda cosa: que ese Amor merece ser compartido con la humanidad entera.

¿Cuál es una de las primeras actividades en las que Jesús se involucra a su regreso del desierto? No otra cosa que conformar su propia Pequeña Comunidad: el grupo de los Doce. Es a partir de ahí que Jesús empieza a comunicar al Amor divino, Amor que lleva a Cristo a tratar a sus hermanos como el Padre lo trataba a Él, y a exhortarles a que hagan lo mismo: que se amen entre sí.

La fraternidad cristiana es de naturaleza evangélica; no procede de los hombres,images procede de la mismísima relación del Padre con el Hijo y de Este con Aquel. Notemos cómo las Pequeñas Comunidades a todo lo largo y ancho de la Iglesia se juntan sin conocerse previamente, sin lazos de consanguinidad, y en múltiples ocasiones siquiera sin afinidad; sin embargo crecen y se cohesionan.

Ese progreso de la vida en comunidad es misterioso, y en el meollo de ese misterio está el Padre, Amor divino. Haciendo uso de la clave de Jesús para vivir en comunidad, amarnos los unos a los otros, es como logramos vivir ese misterio; es como hacemos vida el mismo misterio de amor entre el Padre y el Hijo, del cual nosotros también formamos parte.

Al aproximarse su hora, Jesús dirige su mirada a su Padre y le pide: “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn 17, 21) Es decir, hacernos uno con Jesús y el Padre.

Ahí está la piedra angular de la vida comunitaria: conformar una unidad con la Santa Trinidad, ¿cómo? Mediante el amor mutuo y el establecimiento de una verdadera fraternidad y relación interpersonal. Ya hubo un ser humano que logró dicho grado de fraternidad, cohesión, transparencia, crecimiento, tacto, delicadeza: el mismo Jesús desde su propia Pequeña Comunidad. Él ya lo logró, y nos invita a seguir su ejemplo.

Como tantas novedades del Evangelio tenemos esta: aunque desde los inicios de la historia de la salvación la humanidad ha visto egoísmos, envidias, y en general un desprecio por la vida con otros, Jesús nos invita de una manera muy concreta a reconvertir esto y hacer las cosas de modo diferente, siguiendo su ejemplo, amando a mi hermano, a mi hermana, haciendo de nuestra historia personal de salvación una de talante eminentemente comunitario.


[1] Cfr. Estatutos de la Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, no. 17.6

[2] Cfr. Ibíd., no. 36

viernes, 27 de agosto de 2010

Retiro de Setiembre

Les extendemos la invitación al próximo retiro de Alianza de Amor, donde estaremos compartiendo un día de retiro y de encuentro con Dios y con nuestros hermanos.

Retiro del mes de Setiembre

“Obra con pureza de intención, bajo la mirada de Jesús”
(Novena regla de la Cadena de Amor)

Impartido por la Hna Rosa María Miranda, rcscj

Sábado 4 de Setiembre
9 a.m. – 3 p.m.
Centro de Espiritualidad de la Cruz, San Rafael de Heredia

Para mayor información comunicarse al 8323-6565 o alianzadeamorcr@gmail.com

JesúsPescadordeHombres