martes, 12 de mayo de 2009

Neumoterapia

Mercedes Casas, fsps

En todo tiempo no podemos olvidar el poder sanador de Dios que es el Espíritu Santo. Decimos: “sana lo que está enfermo” lo pedimos con frecuencia cuando oramos el Veni Sancte.

El Padre nos ha enviado a su Espíritu Santo para consolar, iluminar, fortalecer, aconsejar, enseñar, recordar, salvar, sanar, es decir, para librarnos de todo mal. Su venida a nuestra historia y a nuestro corazón tiene en cuenta todas las dimensiones de nuestra vida, sin dejar nada sin ser tocado por su amor y por su gracia, claro, siempre y cuando lo dejemos actuar.

San Ireneo decía que el Espíritu Santo es el dueño del mesón a quien Jesús, el Buen Samaritano, le confía nuestra humanidad herida para que nos cuide, nos cure. Es el “médico experto” dice San Buenaventura.

Es por eso que necesitamos una buena “terapia” de Espíritu Santo, es decir, un tratamiento de Espíritu santo. Así como existespirit2 la “helioterapia” que consiste en exponerse al sol, por medio de la “neumoterapia” (Pneuma en griego significa Espíritu) nos exponemos a la luz del Espíritu, a su acción sanadora, a su “unción espiritual”, que es ese bálsamo que calma nuestros dolores, cura las heridas, suaviza nuestras durezas.

La luz del Espíritu Santo es invisible, no se ve como la del sol, pero es poderosa porque es el Consolador. Nos conviene siempre, de manera intensiva, hacer cita con ese “médico experto”. La cita se da en la oración, y ahí podemos exponerle…

· Nuestra mente para que nos cure de nuestras “enfermedades mentales”, es decir, nuestras incredulidades, faltas de fe, de orgullo, juicios. Le entregamos de manera especial nuestra inteligencia para que sirva a la verdad y esté expuesta siempre a su palabra en la que encontramos su luz.

· Nuestra voluntad y corazón para que cure nuestras “enfermedades cardíacas”, es decir, nuestras frialdades, insensibilidad, dureza de corazón, poca acogida, dificultades de relación, amor propio, rebeliones.

· Nuestro cuerpo, para que cure nuestras enfermedades “corporales” porque Él puede curar nuestros “achaques y somatizaciones”.

La fuerza sanadora de Dios que es el Espíritu Santo, es más fuerte que todas nuestras enfermedades. Sólo Él puede sanarnos de nuestro pecado, cambiar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. Para exponernos a su terapia curativa tenemos su Palabra, los Sacramentos, la Oración. Así podemos tomar las dosis de Espíritu Santo que necesitemos.

Nuestro mundo necesita también de este Sanador, necesita de grandes dosis de Espíritu Santo, necesita someterse a una seria “neumoterapia”. No hay mejor forma de dar a conocer los beneficios de esta maravillosa terapia que sometiéndonos primero cada uno de nosotros a ella, que exponiéndonos día a día a la luz sanadora del Espíritu Santo. Nuestros hermanos, al vernos, nos preguntarán: ¿Cómo le haces para estar bien? ¿qué tratamiento sigues? Y nosotros les responderemos “Estoy acudiendo a un excelente médico que me da neumoterapia ¡te lo recomiendo!”. Más de alguno se interesaría y nos preguntaría el nombre de ese Médico y el lugar donde se realizan esas maravillosas curaciones. ¡Qué hermosa oportunidad para hablar del Espíritu Santo y dar testimonio de Él, de quien somos no sólo pacientes, sino sobre todo sus misioneros. Quien se somete a la terapia del Espíritu Santo se convierte al mismo tiempo en “neumatóforo”, es decir, quien lleva al Espíritu Santo, quien lo muestra o manifiesta.

Todas las mañanas, cuando oramos el “Veni Creator”, renovamos nuestra cita, todas las mañanas le abrimos el corazón para que actúe. Y Él está dispuesto a actuar y a derramar abundantes dosis de su amor. Que esta oración cobre mucha fuerza en nuestra vida, que nuestro “Ven Espíritu Creador” sea profundo, sincero y confiado. Entonces este Espíritu Creador podrá recrearnos el corazón, podrá hacernos criaturas nuevas, nueva creación.

María vivió siempre expuesta a la acción del Espíritu Santo, por eso es la “llena de gracia” y por tanto la “neumatófora por excelencia. Que Ella nos alcance del Señor Jesús la gracia de no poner resistencia a la acción de este gran Médico. Que nos dejemos someter a una “neumatoterapia intensiva” y vivamos dando testimonio de la acción sanadora del Espíritu en nuestro corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario