jueves, 15 de diciembre de 2011

Acerca del Adviento

“NUESTRA RUIDOSA Y EN EXTREMO AGITADA VIDA MODERNA”

Madre Lourdes, rcscj

Estamos inmersos en el ritmo acelerado de nuestra cultura, no somos ajenos a la civilización actual que ha perdido el silencio; nos hemos construido un ambiente de ruido, irritable y neurotizante.
Nuestra época carece de armonía, es pobre en palabras auténticas y, en cambio, es rica en estridencias y gritos. Vivimos dispersos en la distracción de mil cosas no esenciales. Estamos ganando el mundo pero estamos perdiendo el alma. Un signo de ello es la pérdida de la capacidad de hacer silencio, de ir a lo profundo, de vivir en soledad, porque estamos envueltos en una cultura de ruidos donde se rinde culto a la superficialidad, a la palabrería y a la dispersión.

Los espacios de silencio van desapareciendo, primero los más exteriores y luego los más interiores y profundos. Estamos enfermos, sufrimos el ruido de las calles y de los medios de comunicación, pero sobretodo padecemos por los ruidos que han penetrado dentro de nosotros mismos.

Hoy, el silencio es casi un lujo. A pesar de su inmenso valor, sin embargo, con mucha frecuencia, no sabemos hacer silencio. Y cuando lo tenemos, no sabemos qué hacer con él: o nos aburrimos, o le tenemos miedo y huimos de él, como de un estorbo inútil.

Nuestra sociedad actual es, como dice Pablo VI, “ruidosa y en extremo agitada”, carente de recogimiento, parece que estuviera dispersa en una febril búsqueda de caminos de evasión como el alcohol, la diversión, las drogas, el sexo, las gratificaciones instantáneas, las telenovelas, las usanzas cada vez más extravagantes… Hasta el trabajo se puede volver evasión. Hemos perdido los espacios de encuentro con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y, sobre todo, con Dios.

Las consecuencias de vivir en una sociedad saturada de ruidos son fatales y deplorables. Estamos perdiendo la capacidad de escuchar, la capacidad de estar solos, de recogernos en la intimidad, de vivir en contemplación, de hacernos las preguntas más grandes, las fundamentales de la vida.

El silencio, buen pedagogo para el Adviento

El adviento me despierta, cada vez más, la nostalgia de lo esencial. Adviento es el Señor que viene, que llega a mi vida. Es tiempo propicio para recuperar la propia historia personal, para volver a las raíces, a lo significativo que va aconteciendo. Ciertamente, el Señor llega y anhela entrar y quedarse en nuestro corazón. Pero ello sólo es posible si estamos atentos a los incontables detalles de su cariño, a los mil modos como Él está llegando a nuestra vida. Para eso necesitamos del silencio, de un silencio que nos ayude a estar más atentos y vigilantes, hoy que es habitual que andemos tan distraídos.

Adviento es un buen tiempo para recobrar la reverencia que hemos perdido, para redescubrir la cercana presencia de Dios que por tantos ruidos se nos escapa. Hay que dejar que el adviento nos devuelva el sentido del misterio, hacer un silencio interior que nos haga más acogedores, más habitables, más receptivos, que renazca la conciencia de nosotros mismos y, sobre todo, que recuperemos el asombro fascinante de Dios, que sigue viniendo, nos sigue hablando y nos sigue esperando, como siempre, desde el fondo de nuestros corazones.

Hay que aventurarnos a ser peregrinos en ese viaje interior al corazón. Sólo en el silencio podemos escapar de la superficie, donde flotan cosas pequeñas, y llegar a la profundidad, donde están las grandes verdades, nuestro yo más genuino, la misteriosa presencia del Señor, la paz interior. Necesitamos el silencio que nos habla camino a la conversión, que nos haga experimentar la confianza de regresar a nuestra casa, a nuestro origen, a los brazos del Padre y a la fiesta de estar reconciliados con Él. En el silencio se alimenta la esperanza y el deseo.

Ojalá que este adviento nos sumerja en ese gozo inexplicable del silencio, allí donde nos autodescubrimos, donde aprendemos a estar con nosotros mismos e incluso a gozar nuestra soledad como la más dulce compañía. No un silencio como evasión de la vida; por el contrario, como encuentro con ella, ese silencio que nos ayuda a rescatarnos como personas, a madurar, a crecer, a hacer vacío para que el Señor pueda habitarnos y para hacernos más compatibles con los demás.

El silencio es el precio que hay que pagar para volvernos una casa de puertas abiertas, donde nos podamos encontrar con Dios, con nosotros mismos, con los demás, con la creación. Hay un silencio que nos hace habitables, que nos llena de armonía. Y hay un ruido que nos hace inhabitables, nos desintegra. Si vamos al fondo de las cosas, perdimos el silencio por el pecado. El pecado es como el primer gran ruido interior que todo lo distorsiona y desarmoniza. De ese ruido deriva la multitud de ecos que llenan el corazón de todos los hombres de todos los tiempos: el egoísmo, el odio, la envidia, la codicia, la falta de aceptación de nosotros mismos y de los demás, el afán de poder, las pasiones sin orden ni rumbo, la pérdida de lo esencial, las jerarquías absurdamente invertidas…

En este adviento, que el silencio sea nuestro mejor pedagogo. Él nos guiará para encontrarnos con Dios, con nosotros mismos, con los demás, con la creación, para autodescubrirnos sin caretas ni disfraces en la desnudez de nuestro ser, para contemplar con ojos nuevos al Dios que viene. ¡Ven, Señor Jesús!, en silencio te esperamos y en silencio te acogemos. En el silencio ayúdanos a descubrir el auténtico sentido de nuestra vida, a mirar nuestro pasado con paz, nuestro presente con realismo y nuestro futuro con esperanza; a encontrar nuevas dimensiones a nuestras alegrías y a nuestras penas, a cultivar la receptividad, a abrirnos a la voz de Dios, a la de los hermanos y a la de nuestra conciencia.

Adviento es la oportunidad de asomarnos a nuestro corazón y reconciliarnos con nosotros mismos, de ir en busca de nuestro corazón perdido e instalarnos ahí donde nunca seremos expulsados. Necesitamos el silencio hoy más que nunca, sobre todo porque en silencio nos damos cuenta de lo que realmente necesitamos y de cuánto necesitamos a Dios.

Importa mucho cultivar y defender el silencio en el adviento, ya que este tiempo está especialmente saturado del ruido de palabras y de imágenes que fabrica la propaganda consumista y que arrastra a muchos a comprar cosas sin necesidad, que nos embota y hace que nos dejemos llevar por lo que vemos y oímos; es fácil ser arrastrados por lo exterior y volvernos sumisos consumistas, obedientes marionetas a merced de tanto ruido comercial, que nos ha secuestrado la Navidad. Hemos llegado al absurdo de hacer la fiesta ¡sin el Festejado!

El adviento nos ha de ayudar a tomar conciencia de lo que somos y de lo que queremos. Bendito adviento si lo aprovechamos para entrar en nuestro yo profundo, ahí donde cada uno de nosotros sabe que es distinto de todo y de todos, irrepetible, único y con nombre propio, dueño de su vida y de su destino. El ruido es una desgracia de nuestro mundo actual, porque nos distrae y nos dispersa, nos aleja de nosotros mismos. Bendito adviento si nos arriesgamos a entrar en el silencio, porque solamente el silencio nos libera de la superficialidad, la trivialidad y a encontrar el significado profundo de nosotros mismos, de los demás y de lo que Dios espera de nosotros. Sin el silencio nuestra vida se dispersa y se vacía rápidamente, nos mantenemos en la superficie, nos volvemos repetitivos y no logramos profundidad en nada. Nuestra verdadera riqueza como personas es como la de los pozos: no está en el brocal, sino en la profundidad.

Pero no es tarea fácil entrar en el silencio. Apenas estamos solos o silenciamos nuestros ruidos, también nos asustamos; porque afloran a la superficie de nuestra conciencia las voces interiores (el silencio las hace hablar), los recuerdos, temores, interrogantes, imaginaciones, ansiedades que habitualmente están reprimidas, pero están. Ya nos resulta fatigoso silenciar nuestro cuerpo, para escuchar su voz, sus demandas, sus necesidades, su cansancio, sus achaques; pero es más difícil silenciar la mente, que a menudo traemos llena de “ruido”: los pensamientos, los recuerdos, las fantasías, aquellas cosas que nos quitan la paz, que no nos dejan pensar. Sobre todo será difícil silenciar el corazón, tan frecuentemente lleno de emociones, de pasiones, de vivencias. A veces vamos cargando con una afectividad ruidosa, amores sin centro ni jerarquía, apegos, deseos que sofocan el Deseo Originario. En el fondo, todos necesitamos poner orden en nuestros afectos, y ello es posible sólo si llegamos al centro de nuestra persona, ahí donde somos señores de nuestras decisiones. Nuestra verdadera historia es la historia de nuestro corazón, ahí se gesta lo más sublime y lo más bajo. Por eso es tan importante escucharlo.

Este tiempo de adviento nos tiene que hacer más conscientes de nuestras necesidades. Es en el silencio donde experimentamos toda la fuerza de nuestra nada y de nuestra impotencia. Es en el silencio donde guardamos nuestros más grandes secretos y nuestras mayores heridas. Sería bueno escribir la historia de nuestros silencios; así podríamos saber para qué sirve el silencio: ¿cuándo y por qué hemos callado en nuestra vida? ¿sobre qué guardamos silencio? ¿qué hemos callado para siempre y vamos a callar para siempre? ¿el silencio de nuestros fracasos, el silencio del amor, el silencio de gracias y otras cosas que quedan entre Dios y yo, el silencio del confesionario, el silencio de nuestro pecado que queda oculto en la ternura misericordiosa del Padre?

Adviento, tiempo de dejarnos renovar por el Señor que viene. Hoy necesitamos hombres y mujeres nuevos. El mundo está lleno de “hombres viejos”, entre otras cosas, porque falta el silencio. Los guiños que Dios nos hace no alcanzan a resonar en el corazón porque lo traemos demasiado agitado, aturdido y embotado. No salimos de lo repetitivo, lo resabido, lo insulso, lo irrelevante. Necesitamos profetas que vengan del desierto, que lo acepten como condición para vivir encendidos y para rescatar, en el silencio, la vida, el fuego, lo nuevo, el amor y la esperanza…

María del Silencio, ayúdanos a vivir este adviento llevados de tu mano. Contágianos del silencio de tu fiat, ese bendito silencio del hágase por el que te ofreciste a Dios como territorio abierto y disponible, ese hágase que brotó de tu silencio y que es la radiografía de tu alma en sus vibraciones más íntimas; del silencio de tu embarazo, el secreto mejor guardado y que sólo tú podías haber guardado. Tu grandeza no está en nunca haber sido asaltada por la confusión, sino en que cuando no entendías algo, lo guardabas en el silencio de tu corazón (Lc 2,19). Enséñanos el silencio del amén el día de la anunciación, a la noche de Belén sin casa, el amén a la fuga a un Egipto desconocido y hostil, el silencio de los treinta años de Nazaret, el amén a la crucifixión y a la muerte, y el amén a los años de tu soledad, después de la resurrección de tu Hijo. Regálanos tu silencio y lo que significó para ti: abandono, disponibilidad, fortaleza, fidelidad, plenitud, elegancia, paz, adoración. Que de tu mano aprendamos que el verdadero Dios es aquel que nunca deja en paz, pero siempre deja paz.

¡Ven, Señor Jesús!

lunes, 15 de agosto de 2011

Ordenación presbiteral del primer tico Misionero del Espíritu Santo

El pasado sábado, 13 de agosto de 2011, en la capilla del colegio josefino Nuestra Señora de Sión, presidió Mons. Vittorino Girardi Stellin mccj, Obispo de Tilarán (Costa Rica), la solemne Eucaristía de Ordenación Presbiteral de José Ignacio Herrera Segura msps, quien se convierte así en el primer Misionero del Espíritu Santo de nacionalidad costarricense en recibir el sacramento de la segunda orden ministerial, el Sacerdocio.

Este fue un evento marcado por la presencia del Espíritu Santo, quien rebalsó de alegría los corazones de muchísimos presentes. Fue común ver lágrimas de emoción, empezando por el nuevo Sacerdote quien, en sus palabras dirigidas desde el púlpito a la feligresía por primera vez como el Padre José Ignacio, compartía sus sentimientos de “honda felicidad” por haber llegado al “final del principio”, en alusión a una travesía que había iniciado hace aproximadamente 10 años desde su ingreso a la Congregación, y a la vez daba inicio a otra, la de su ministerio Sacerdotal.

Nuestros hermanos de la emisora Radio María Costa Rica (610 AM) estuvieron presentes en esta gran fiesta, transmitiendo en vivo la Eucaristía y, además, publicando un set de fotografías en su sitio web de Facebook. Estas fotografías las pueden ver en este vínculo; enfatizamos que las fotografías son propiedad intelectual de Radio María Costa Rica.

lunes, 8 de agosto de 2011

¡Y nos salimos con domingo 7!

El día de ayer se realizó el Retiro-Peregrinación-Expansión María en la ciudad de Cartago. La pequeña comunidad Jesús de la Misericordia nos recibió con los brazos abiertos y no logramos sentir el frio propio de la provincia ya que fue un día muy cálido tanto climática como comunitariamente.

El padre Emilio Suberbie Aguirre, Misionero del Espíritu Santo, compartió con nosotros para iniciar una oración que nos llama a detener nuestra vertiginosa agenda cotidiana para abrir un espacio y tiempo para aquietarnos y escuchar la voz de Dios, que siempre habla, pero no logramos escuchar porque estamos distraídos. Luego nos proyectó una hermosa presentación con paisajes de la naturaleza, invitándonos a la contemplación…

En este ambiente de recogimiento, entramos en el misterio de la vida de María como la mujer modelo de seguimiento de Jesús. Recorrimos este camino acompañados de la experiencia de fe de Conchita, del padre Félix y de Charles de Foucauld.

Retomamos nuestro Proyecto de Vida, donde concretamos nuestros sueños y revisamos las virtudes que caracterizan a María como mujer y que estamos invitados a imitar si queremos amarnos unos a los otros como Jesús nos amó: humildad, sencillez, obediencia, prudencia, servicialidad, correspondencia, fortaleza; y fidelidad en sus cuatro dimensiones: búsqueda de la voluntad de Dios, acogida, aceptación y coherencia de vida.

Llegó el momento de la dinámica; las animadoras prepararon una dinámica que nos permitió conocernos más y sentirnos entretejidos en las relaciones humanas y comprendimos que el haber coincidido en día, hora y lugar era un regalo que Dios nos había preparado.

Muy alegres de sabernos acompañados, regresamos para trabajar en grupos y reflexionamos lo escuchado, cuando llegó el momento culmen de la mañana: la adoración eucarística. Cada uno en silencio tendió los hijos a nuestro Señor y Él sin duda nos devolvió los suyos, ya que no hay encuentro con Él que no sea fecundo…

Después de un delicioso almuerzo preparado en casa, retomamos la tarde de retiro con el tema Aparecida y Vaticano II, vislumbrando a María como la primera Discípula Misionera, y terminamos con algunas reflexiones sobre el ejercicio de nuestro sacerdocio bautismal.

Nos trasladamos a la Catedral de la Diócesis de Cartago donde nos esperaba La Negrita, la patrona de Costa Rica, la Virgen de los Ángeles, y celebramos la Eucaristía de cierre junto con cientos de personas de la Diócesis. Las imágenes de la Cruz del Apostolado, de Conchita y del Padre Félix ondeaban al pie del altar y nuestros corazones latían al unísono. Después de la Comunión repartimos la oración Discípulos y Misioneros por las Familias e invitamos a los presentes a hacerla en sus casas diariamente.

Terminaba un hermoso día dedicado al encuentro con el Creador. Recordando las palabras del poeta León Felipe:

“Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.


Compartimos con ustedes estas fotografías.

viernes, 1 de julio de 2011

Solemnidad de su Sagrado Corazón

Hoy viernes 1º de julio celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

La siguiente “hojita” – que la V.S.D. Concepción Cabrera de Armida preparaba para los retiros mensuales de Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús en sus inicios como Obra – trata del mismo Corazón de Jesús.

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Concepción Cabrera de Armida
Hojitas de Retiros Mensuales
Alianza de Amor
1910 – 1937
p.529


JUNIO DE 1937

SAGRADO CORAZÓN

En el mes consagrado especialmente al corazón divino de Jesús, deben las almas de la Alianza emplear los medios que están a su alcance para estrechar la unión de su voluntad con la de Dios, para realizar su ALIANZA DE AMOR.

En el servicio de Dios se impone, no solo la fidelidad y la constancia, sino también, y por lo que toca al momento presente, sobre todo, la GENEROSIDAD, virtud que les inclinará a dar a Dios cuanto les pida y cuanto les dicte su corazón.

El movimiento, la actividad interior, indica la vida de un ser:  la actividad suprema se halla en Dios, que es la misma Vida.

Jesucristo se llamó a Sí mismo vida, y la Iglesia participa de esa misma vida de una manera inefable.

De esa sobreabundancia de vida de la Iglesia nacen, pujantes y fecundas a su vez, las órdenes y congregaciones religiosas.  De éstas, en algunas ocasiones, como retoños de olivo, se forman diversas asociaciones piadosas y en una y en otra, millares de almas llenas de vida sobrenatural se santifican y glorifican a Dios.

¿Pero esta vida cómo se manifiesta?  DANDO A DIOS CUANTO NOS PIDA.  Tal es el primer elemento de la generosidad.  No es mucho lo que nos pide Dios:  Deberes de estado, obligaciones contraídas e inspiraciones recibidas.  A esto se reduce lo que Dios quiere de nosotros.

¡Cuántas ilusiones nos hacemos acerca de la perfección poniéndola en lo que no está!... más que en oraciones y rezos, nuestra santificación consiste en el cumplimiento del deber por amor a Dios.

Este amor sufre variaciones, tiene distintos grados en las almas y en esto es en lo que se puede juzgar el fervor; quien más ama, mejor y más exactamente cumple su deber.  El que ama menos, cumple su deber fría o tibiamente y no persevera en Él.

Pero hay aun otro elemento en la generosidad:  DAR A DIOS CUANTO PIDE NUESTRO CORAZÓN.  Este elemento perfecciona y completa al primero:  Dios manda, exige algunas cosas; otras las hemos tomado como obligaciones pero aun hay otras que se quedan a nuestra elección y amor…  Dios nos hace ver que esto o aquello le agrada… y luego calla… espera… entonces entra la generosidad en juego:  Le agrada a Dios, lo hago; glorifica a Dios, lo ofrezco.

Y en este camino basta comenzar para que nuevos horizontes se abran y aparezca en toda su belleza lo que es el sacrificio, el amor que da la GENEROSIDAD.

sagrado corazon

Y más que estas cosas aún, aparece Jesús consolado, amado, satisfecho en medio de esas almas que no solo cumplen sus deberes estrictos sino que dan rienda suelta a su corazón tratándose de amor a Él.

Almas generosas, llenas de vida, eso deben ser las de la Alianza; así las quiere Nuestro Señor, así las necesita la Iglesia.

Este es el espíritu que distinguirá a los socios de la Alianza de Amor:  generosidad en el servicio de Dios, almas de temple que por amar a Jesús estén dispuestos a sacrificarse no solo en lo estrictamente necesario, sino en cuanto lo puedan hacer.  Almas que siempre den algo nuevo a Jesús, si no en cantidad, sí en calidad… El deber de todos los días hecho por Él, por su santo amor y sacrificios y pequeñeces, si se quiere, pero impregnada de mucho amor… el amor es siempre antiguo y siempre nuevo.

Descanse, pues, Jesús, en las almas amantes y generosas, en las almas que comprenden algo del infinito amor de Dios y quieren corresponder como mejor puedan a esas delicadezas de la misericordia divina.

jueves, 30 de junio de 2011

El Corazón de Jesús

Continuamos con la preparación a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el próximo 1º de julio de 2011.

La siguiente “hojita” – que la V.S.D. Concepción Cabrera de Armida preparaba para los retiros mensuales de Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús en sus inicios como Obra – trata del mismo Corazón de Jesús.

Nótese el uso de ciertos términos muy propios de la forma de vivir las virtudes en la época en que estas “hojitas” se redactan (1910 a 1937). Como cristianos del siglo XXI, ¿qué significado podemos proporcionarle a estas palabras?

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Concepción Cabrera de Armida
Hojitas de Retiros Mensuales
Alianza de Amor
1910 – 1937
p.299


Corazón de Jesús


“Alma querida acércate a mi Corazón Divino y no le temas; estúdialo con amor… penétralo con amor y haz en Él tu morada de amor eterno.”

A todas las almas hace el Corazón de Jesús esta invitación, pero con más razón a los miembros de Alianza de Amor, a las que tienen la dulce misión de arrancar las espinas que lo lastiman para así consolarlo.

¿Jesús es amado? ¿Jesús es correspondido? En el mundo ruge una tormenta de odio contra su Divino Corazón; y Él quiere almas puras, almas – hostias, almas de nieve y de sangre, que con su blancura y sus sacrificios hagan contrapeso a tantos horrores.

Que este mes de Junio, nuestro mes predilecto, se distinga en el amor al Corazón Divino, pero amor práctico de abnegación, de voluntario sacrificio, de generosidad, gozándonos en la voluntad santísima de Dios aunque nos duela.  Hay que madurarse al ardor del Sol Divino que desde la Cruz, desde la Eucaristía, sólo nos pide permanecer bajo sus rayos:  “Hijitos míos, permaneced en mi amor.”   ¿Qué importa llevar la cruz sobre los hombros cuando se lleva la Eucaristía en el corazón?  Si nos encontramos desconsoladas (os), si sucumbimos al peso del dolor, volemos al Corazón todo ternura, que templará la amargura de nuestras penas y las trocará en alegrías.

Imitemos las virtudes del corazón eucarístico de Jesús; Cadena de Amor, cosechando para nuestra eterna corona… pensemos a menudo que todo pasa, menos el haber sufrido por Dios con amor; si lo hacemos así, el Corazón de Jesús nos envolverá en los divinos perdones del amor, porque, ¡Él es Amor!

Pidamos para esta parte escogida el amor a la Cruz, pidamos Sacerdotes apóstoles que salven al mundo por el amor; pero como nadie puede ser apóstol sin ser mártir, por eso pidamos el amor a la Cruz, porque cuando otros apostolados en las almas no tienen éxito, este de la Cruz es infalible, es el más fecundo y poderoso, porque es el del verdadero amor.

Las almas  de la Alianza de Amor debemos ser también almas de apóstol llenas de vida divina, transformándonos en Jesús, teniendo con Él un solo corazón todo amor, todo dolor. Debemos ser las almas dichosas, cálices llenos de Jesús, recipientes de amor que se derramen sobre las almas que nos rodean; fuentes de amor, ríos y mares de amor puro, donde esas almas beban.

¡Oh sí! Miembros de Alianza que caiga sobre estas almas el rocío de gracias y que Dios sea glorificado en virtud de nuestros sacrificios. Esta es nuestra misión: ser apóstoles, ser mártires, ser hostias, ser otros Jesús, heridas (os) de amor.   Dice un autor: que la lanza no abrió la herida en el corazón de Jesús,  que solo aparto el velo que lo cubría, porque Jesús murió ya herido de amor.

Aticemos en las almas el amor al Espíritu Santo, a la Eucaristía y a María.  ¡Estos son lo poderosos incentivos del amor divino!

Jaculatoria

JESÚS MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN,
HACED MI CORAZÓN SEMEJANTE AL VUESTRO.

No olvidar ofrecer la comunión por los Sacerdotes.

La Bondad

Continuamos con la preparación a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el próximo 1º de julio de 2011.

La siguiente “hojita” – que la V.S.D. Concepción Cabrera de Armida preparaba para los retiros mensuales de Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús en sus inicios como Obra – trata de la virtud de la Bondad.

Nótese el uso de ciertos términos muy propios de la forma de vivir las virtudes y bondades en la época en que estas “hojitas” se redactan (1910 a 1937). Como cristianos del siglo XXI, ¿qué significado podemos proporcionarle a estas palabras?

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Concepción Cabrera de Armida
Hojitas de Retiros Mensuales
Alianza de Amor
1910 – 1937
p.53


La bondad, fruto precioso del Espíritu Santo se alimenta de todas las virtudes.  La humildad es su vida, la obediencia su centro, la pureza su atmósfera, la pobreza su delicia, la mortificación su aliento, la presencia de Dios su ser.  La oración es la savia divina con que se desarrolla y crece, el sacrificio su delicia, y el amor divino su todo.

El Espíritu Santo es el eterno foco en donde se produce la bondad, y El es quién comunicándonos toda su belleza, nos derrama hasta el exceso en el corazón sacratísimo de Jesús.

¡Oh que dichosas las almas de Alianza de Amor a quienes el Espíritu Santo obsequie tan estimable fruto de la bondad!  Esta procede de la santidad misma  porque tiene más de Dios que del hombre.  Jesús pasó por la tierra derramando bondades y misericordias sin número, enseñándonos el camino que debemos seguir imitándolo.

Por ser tan alta esta incomparable virtud, la rodean sin descanso muchos enemigos:   la soberbia,   la hipocresía,   el mundo,   el propio juicio,   la fatuidad,   y otros vicios quieren hacerla su presa, pero la humildad, el propio conocimiento y la confianza en Dios, la libra y defiende.

Pidamos al bondadísimo Corazón de Jesús todo este mes dedicado a honrarlo que nos alcance con su oración del Espíritu Santo, este fruto bendito que tanto necesitamos en la vida.   Y que por la intercesión de nuestra Madre bondadosa y santa María practiquemos en su honor:

  1. Muchos actos de humildad interiores y exteriores.
  2. Obediencia a nuestro director, padres y mayores.
  3. Amabilidad en toda ocasión, sonriendo en el trabajo y en el sufrimiento.
  4. No buscar ser amadas (os), sino únicamente amar hasta a los enemigos.
  5. No obremos teniendo en cuenta nuestras ideas, sino las de los demás, siempre complaciendo al prójimo.

Todo en unión de nuestra cariñosa y tierna Madre María, ofreciéndonos por su corazón al Espíritu de Amor.

Procuremos tener:

Un solo amor Jesús
Un solo tesoro Su Corazón
Un solo refugio María
Un solo abrigo El Sagrario
Una sola dicha La Eucaristía
Un solo fin Expiar
Un solo apoyo La Cruz
Un solo anhelo Sufrir
Una sola fuerza La Oración
Una sola inquietud Las Almas
Un solo recuerdo Los dolores internos de Jesús

viernes, 10 de junio de 2011

La Misericordia

Continuamos con la preparación a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el próximo 1º de julio de 2011.

Esta semana, la “hojita” – que la V.S.D. Concepción Cabrera de Armida preparaba para los retiros mensuales de Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús en sus inicios como Obra – trata de la virtud de la Misericordia.

Nótese el uso de ciertos términos muy propios de la forma de vivir la virtud del sacrificio en la época en que estas “hojitas” se redactan (1910 a 1937. Como cristianos del siglo XXI, ¿qué significado podemos proporcionarle a estas palabras?

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Concepción Cabrera de Armida
Hojitas de Retiros Mensuales
Alianza de Amor
1910 – 1937
p.31

Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia

 

Ese es el sello característico del Corazón de Jesús,  ¡la Misericordia!;  para Él no hay excepciones, lo mismo recibe al pobre que al rico, al esclavo que al señor, es todo para todos; afable, dulce, bondadoso y compasivo; jamás pudo ver una pena sin consolarla.   A todos anima y con los que padecen, llora; su Corazón se parte ante cualquier desgracia, y concluye diciendo y abriendo sus brazos a la humanidad doliente:   Venid a mí todos, que yo os aliviaré.

Jesús pasó por la tierra haciendo el bien, derramando a su entorno los tesoros de su inagotable caridad y viendo como propios los males ajenos.  He aquí nuestro modelo, miembros de Alianza, que tan íntimamente debemos estar unidos al Corazón Divino, relicario de todos los amores.   Grande misericordia debemos tener para con el prójimo, remediando sus necesidades, cuando menos con oraciones fervorosas.

El Señor ha dicho que estima la misericordia más que el sacrificio, y que nosotros debemos cifrar nuestra dicha, este mes sobre todo, en aliviar los dolores, en enjugar las lagrimas, en practicar las obras de misericordia corporales y espirituales.  De esta manera, tendremos derecho a los perdones con los que Dios se complace en premiar a los misericordiosos, con la abundancia de su caridad, sin limites.

Procuremos:

  1. Ser amables y bondadosos con nuestros hermanos (a), sin excluir a los enemigos.
  2. Tender nuestras manos, y más nuestros corazones, a todo género de miserias, aliviando al prójimo de cuantas maneras nos sea posible.
  3. Quitar de lo superfluo, y aún algo de lo necesario en mí; en bien de los pobres y más necesitados.
  4. Socorrer a las necesidades de la Iglesia.
  5. Visitar algunos enfermos, y confortar a las almas que sufren, llevándoles a Dios.

Venid a mi 2

JACULATORIA
¡Oh, Señor! Que sepa desprenderme
y toda(o) para todos siempre hacerme.

Con la medida que mides serás medida(o), dijo el Señor… y no tengamos una pesa chica para dar, y otra grande para recibir. Hagamos dignas(os) de escuchar aquellas dulcísimas y consoladoras palabras:  Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me diste de comer…