miércoles, 21 de julio de 2010

El camino hacia la verdadera Vida

A propósito de lo que estamos reflexionando en nuestra formación de este año, sobre la “Cadena de Amor”, les comparto este artículo de Benedicto XVI, que se refiere al tema.

Emilia Solís Soto.

EL CAMINO HACIA LA VERDADERA VIDA

Benedicto XVI está convencido de que la pobreza, la castidad como dominio de sí mismo, y la obediencia constituyen un camino para encontrar la verdadera vida no sólo para los monjes, sino también para cualquier persona.

Hablando del camino de santidad, en su encuentro con miles de fieles en la plaza de San Pedro el miércoles 27 de mayo de 2009, explicó que también puede aplicarse a los seglares, aunque obviamente de una manera menos radical, adaptada a su estado de vida.

"La renuncia a la propiedad privada, la libertad de las cosas materiales, así como la sobriedad y la sencillez, sólo son válidas de forma radical para los monjes, pero el espíritu de esta renuncia es igual para todos", explicó el Papa. "De hecho, no debemos depender de la propiedad material; debemos aprender la renuncia, la sencillez, la austeridad y la sobriedad", añadió.

"De este modo puede crecer una sociedad solidaria y se puede superar el gran problema de la pobreza de este mundo", aseguró.

Por tanto, aclaró, "en este sentido, el signo radical de los monjes pobres indica esencialmente también un camino para todos nosotros".

Hablando de las tentaciones contra la castidad, dijo, "demuestra el camino de lucha interior para encontrar el dominio de sí mismo y de este modo el respeto del propio cuerpo y del cuerpo del otro como templo de Dios".

"Fidelidad al bautismo y compromiso por vivir en la comunión del Cuerpo de Cristo, entendida también como comunión de los cristianos entre sí", añadió.

"Espíritu de pobreza, de sobriedad, de renuncia --recalcó--; castidad, dominio de sí mismo, humildad y obediencia contra la primacía de la propia voluntad, que destruye el tejido social y la paz de las almas".

El Papa ilustró, con estas palabras, el camino de la verdadera vida. Ante todo, dijo, es "amor por el Señor encarnado”.

Conchita hizo de este camino su camino. Sin embargo no le bastó vivirlo; quiso compartirlo y por eso lo dejó plasmado en muchos de sus escritos, especialmente en la “Cadena de Amor”, como una rica herencia para quienes nos sentimos seducidos por la Espiritualidad de la Cruz y que estamos llamados, no solo a hacerlo vida en nuestras vidas, sino comunicarlo a otros para que a su vez lo asuman. Es “buena noticia” que hay que testimoniarla y proclamarla.

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