lunes, 2 de marzo de 2009

Identidad política de los cristianos

Eric J. Mora Salazar

Introducción

Nuestros estatutos establecen claramente la participación política como uno de los compromisos que como seglares comprometidos estamos llamados a asumir. Esta afirmación estatutaria, más que brindarnos una respuesta, nos genera por el contrario una serie de dudas importantes. ¿Cómo llevar a la realidad ese llamado? ¿Cuáles alternativas tengo? ¿En dónde busco si no se nada acerca del acontecer político? ¿Qué piensa la Iglesia acerca de la política? ¿Cómo participa la Iglesia en los procesos políticos? ¿Cuál es mi identidad política como cristiano?

La identidad política

Entonces bien, empezando arriesgadamente por el final, ¿podemos hablar de una identidad política del cristiano? Es necesario hablar de esto. Nuestros estatutos nos hacen un llamado claro, pero como premisa básica debemos responder a este llamado inspirados por algún cuerpo identificador que nos propondría nuestra Iglesia de Cristo. Es decir, sí habláramos de identidad política cristiana, trataríamos con un “algo” político que sea común a todos nosotros, siendo ese “algo” un entramado de consideraciones que la Iglesia – desde la persona del Sumo Pontífice – propone acerca de la política, entramado que la misma Iglesia nos plantea para que entre nosotros los cristianos podamos reconocernos y definirnos políticamente.

Afortunadamente como cristianos sí contamos con ese identificador común. Debido a las convulsas prácticas de explotación laboral y acumulación de la riqueza que se dieron en el siglo XIX, el Papa León XIII decide publicar en 1891 su encíclica Rerum Novarum, con la cual empieza a introducir un cuerpo de enseñanzas eclesiales respecto al capital, el trabajo, la política, las ideologías, la opción por los pobres, y otros tópicos de interés para el recto y justo camino de la sociedad.

La Doctrina Social de la Iglesia

Dicho cuerpo de enseñanzas se denomina la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Si tenemos ya un llamado al compromiso con la realidad política, es en la DSI en donde debemos mirar de primero para empezar a encontrar las respuestas a nuestras preguntas. Pero la DSI es sumamente amplia, a las tres encíclicas medulares Rerum Novarum (León XIII, 1891), Quadragesimo Anno (Pío XI, 1931) y Centesimus Annus (“CA”, Juan Pablo II, 1991) se les añaden numerosas cartas pastorales, exhortaciones apostólicas, enseñanzas, documentos y otros materiales que componen el conjunto de las enseñanzas sociales de la Iglesia.

Los contenidos principales de la DSI exceden tanto el alcance de este artículo como el conocimiento del autor. Ante esto, lo que podemos hacer es aventurarnos a mencionar algunas ideas interesantes contenidas en la encíclica de 1991, la más reciente y más acorde con nuestra época de vida. Quizá si comentamos brevemente estas enseñanzas podríamos originar en el lector alguna curiosidad por empezar el estudio de esta Doctrina (que no ideología) y así empezar a apoderarse de esa identidad política cristiana y responder el llamado al compromiso.

El Papa Juan Pablo II nos regala un mensaje esencial: para la Iglesia, difundir la doctrina social es parte de la misión evangelizadora y parte esencial del mensaje del cristiano (CA, 5). Asimismo, hace una aseveración propia del cuerpo eclesial: fuera del Evangelio no existe una solución definitiva de la cuestión social. De manera que el estatuto de la Obra hace réplica de estas afirmaciones: el compromiso del cristiano con el acontecer político es vital.

Una de las principales orientaciones de la CA es la siguiente: La guía y trama de la doctrina social de la Iglesia es la correcta concepción de la persona humana, en su valor único, en su dignidad esencial e incomparable, siendo “el hombre en la tierra la sola criatura que Dios ha querido en sí misma” (CA, 11). De manera tal que un ordenamiento político que dignifique al ser humano debe reconocer de manera íntegra los derechos de la conciencia humana y su vinculación única con la Verdad. (CA, 29)

Es más, gracias al sacrificio en la cruz, la victoria del Reino de Dios ha sido conquistada para siempre, y los destinos del Reino de Dios tienen sus consecuencias en la vida temporal, así, el Reino ilumina el orden de la sociedad humana, con las energías de la gracia penetrándolo y vivificándolo. Se perciben mejor las exigencias de una sociedad digna que obra el bien. A esta labor de animación evangélica están llamados todos los cristianos, especialmente los seglares. (CA, 25)

La DSI incorpora entonces ciertos elementos que dejan ver cómo el Reino de Dios se hace en efecto realidad en la realidad temporal de la humanidad. El cristiano encuentra en la DSI un instrumento doctrinal para darle una forma especial a su propia dignidad dentro del acontecer político. Entre las numerosas exhortaciones de la DSI, una de las principales enseñanzas para la identidad política cristiana es pues la preservación de la dignidad humana y los derechos y deberes asociados a esta, y cómo este es un mensaje que merece ser difundido al mismo nivel que se difunde el resto del mensaje de Cristo, pues es parte de la victoria de su Reino.

La participación política

Existen no pocos originadores de las dudas planteadas al inicio de este artículo, pero hay uno que se destaca de entre los demás: el hecho de no saber qué acontece en la praxis política de la sociedad costarricense e internacional. Estas dudas, aunque no fácilmente pero sí muy probablemente sería posible responderlas si contáramos con un cierto nivel básico de conocimientos políticos. Ante esto sin embargo hay una difícil realidad: como cristianos, no podemos quedarnos en el nivel básico.

Según lo anterior, podríamos inferir que, como todos los demás compromisos que asumimos como cristianos, la participación política también exige esfuerzo de nuestra parte. Un esfuerzo tal que nos permita posicionarnos con propiedad de conocimientos dentro del ámbito político de la realidad humana, aquel que se ocupa de la gestión de los asuntos – públicos y privados – mediante decisiones tomadas por individuos incorporados en grupos de interés común.

Hemos tocado en este artículo una de las preguntas que a criterio del escritor es trascendental: descubrir nuestra identidad política como cristianos. Y hemos tenido la grata respuesta de saber que la Iglesia ya nos ofrece ese cuerpo identificador, cuerpo con el que necesitamos identificarnos y que necesitamos incorporar a nuestra misión evangelizadora, especialmente como laicos.

Conclusión: El año electoral 2009

Como costarricenses, el 2009 nos ofrece una evidente oportunidad para empezar a darle forma a este compromiso con la política. Siendo un año electoral, tendremos la oportunidad de estar en frecuente contacto con el acontecer político de nuestro país. Como exhortación en este Año Jubilar, propongámonos descubrir en la DSI una auténtica identidad política que nos permita reconocernos como cristianos, para así, en el futuro, tener armas para dar respuestas concretas a este compromiso al que estamos llamados.

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