lunes, 28 de marzo de 2011

III Domingo de Cuaresma: La danza de lo imprevisible

Para este domingo el relato del pozo en Samaría es el ritmo que amenizará el baile de esta semana. Para ver la reflexión completa pueden ir aquí.

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Dolores Ailexandre

Abandonen su rigidez entre los brazos del Danzante, déjense llevar por él más allá de sus calculados movimientos,  nos diría la samaritana: no teman la hondura de su pozo, ni el empuje irresistible del manantial que salta hasta la vida eterna. Olviden su pequeño cántaro, su raquítico sistema de pesas y medidas.

Olvídense de las pequeñas disputas en torno a montes y templos: ha llegado la hora de adorar en espíritu y en verdad y todos  están llamados a hacerlo. No se queden únicamente en lo que ya saben de Jesús: recorran el proceso de intimidad al que también tienen la dicha de estar invitados. Al  principio yo no vi en él más que a un judío, pero él me fue conduciendo hasta descubrirle como Señor, Profeta, Mesías, como Aquel a quien siempre había estado esperando sin saberlo. Tengan ustedes la osadía de nombrarle con nombres nuevos, con esos que no aparecerán nunca en los resecos manuales de sus estanterías.

Pero les aviso, est20110327én prevenidos: él les puede estar esperando en cualquier lugar, en cualquier mediodía de su vida cotidiana, precisamente cuando andaban enredados en pequeñas historias relacionales, en rencillas mutuas o en rancias ortodoxias en torno a rúbricas o privilegios. Si se detienen a  escucharle, están perdidos para siempre porque él al principio les pedirá algo sencillo: "dame de beber", "llama a tu marido"..., pero al final, volverán a su casa sin agua y sin cántaro, y  con la sed, antes desconocida, de atraer hacia él a la ciudad entera.

Cuenta un apotegma*  de los padres del desierto que el abad Lot dijo una vez al abad José: "Padre, ayuno un poco. Oro y medito; trato de vivir en paz en lo que de mí depende; procuro purificar mis pensamientos. ¿Qué más puedo hacer?

José se puso de pie y extendió sus manos  hacia el cielo. Sus dedos se volvieron como diez llamas y dijo: ¡Si quieres, puedes ser todo fuego!

 

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* Apotegma es una sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral aleccionador.

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