miércoles, 29 de abril de 2009

Misión de los laicos

Manuel Rubín de Celis, MSpS

Hoy la Iglesia está en estado de expansión. Se acabaron los muros y las defensas pues la misión nos impulsa a salir. Iglesia misionera, cristiano misionero, obras apostólicas que dejan la seguridad de sus grupos para salir al desierto, en descampado, a anunciar el Evangelio y servir a sus hermanos y hermanas como signo fehaciente del Reino.

Me pregunto ¿poseen los miembros de la Alianza el amor comunitario de Jesús, el fuego del Espíritu, el celo apostólico significativo en el grito de Conchita Jesús salvador de los hombres: sálvalos?, ¿o nos perdemos en la inercia, la indiferencia, la pasividad y el conformismo, el ghetto y el capillismo?

Un movimiento de Iglesia que esté a tono con las mociones del Espíritu vive estas tres dimensiones inseparables (personalización, fraternidad y misión), a través del testimonio de lo que ha visto y oído, es decir, comunica una experiencia vital sobre todo con el ejemplo y con el anuncio pues, “Ay de mí si no anunciara el Evangelio”.

Testimonio y anuncio (o denuncia profética de lo que se opone al proyecto de Dios) a todos los niveles:

Ambito intraeclecial

Todo movimiento cristiano entra en un mundo de relaciones con su Parroquia, su Diócesis, etc.

En la Alianza de Amor por la herencia común a todas las Obras de la Cruz y no en particular a la Alianza, tienen una manera específica y carismática de relacionarse con el mundo presbiteral, con sus pastores para que juntos, como ya se indicó, se santifiquen y se dediquen a servir al hombre (camino de la Iglesia). ¿Esta manera de relación surge de una mística de servicio adulto? Pero no sólo sirve a los presbíteros sino que colabora con ministerios y servicios al interior de su Madre la Iglesia.

Ambito Extraeclesial.

Desde el documento para los seglares emanado del Concilio, Apostolicam Actuositatem pasando por la Evangeli Nuntiandi y la Christifideles Laici, se ofrecen grandes luces y pistas al compromiso del laico en el mundo. Es la fecha en que todavía la Iglesia en su conjunto (pastores, religioso y laicos) no digiere esta nueva toma de conciencia.

Pero será útil agregar para este mundo seglar todo lo que el magisterio social posconciliar ha propuesto a la Iglesia y especialmente a los laicos, que denominamos Doctrina social de la Iglesia y que si fueran conocidos, profundizados y puestos en práctica seguramente ayudarían a que las cosas marcharan diversamente.

Según la Christifideles Laici lo propio del trabajo y la santificación del seglar es el mundo: familiar, científico, artístico, los medios masivos de comunicación social y cultural, todo el entramado de la sociedad en la que les toca vivir, promoviendo la paz, la justicia, la defensa de los derechos humanos, la vida, etc.

El Señor quiere que estén y se santifiquen en el mundo sin ser del mundo y que puedan así construir la civilización del amor de la que frecuentemente da la impresión que somos, nosotros los creyentes, los primeros que no creemos en su viabilidad y nos parece más una bella utopía que una verdadera realidad.

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